El
fracaso en la ejecución de las obras del agua y desagüe en nuestra provincia de
Padre Abad es de nunca acabar. Con ilusión acogen la ciudadanía las promesas de
sus autoridades de hacer realidad el servicio permanente y de calidad de este
servicio básico e indispensable. Más aún, se les endulza con los anuncios de la
gran inversión, millones de soles para la obra.
Sin embargo, una vez iniciado la ejecución del proyecto, poco a poco la ciudadanía se va desencantado con la información que le van haciendo llegar, "de que el proyecto inicial ha sido modificado, que el tanque elevado ya no va, que el tratamiento de las aguas residuales será sólo de modelo rústico, que la empresa supervisora está estrechamente relacionada con la empresa ejecutora, que los funcionarios de la municipalidad son amigos de la empresa ejecutora".
Se agudiza esta decepción cuando escuchan "que se requiere más presupuesto para continuar, que el expediente está muy mal elaborado o que el contrato se resuelve". Llegando al extremo de sentirse estafados y llenos de indignación con la noticia "de que la carta fianza ha sido cobrada por la empresa que no culminó o hizo mal la obra".
Eso les pasó a los ciudadanos de Curimaná con su obra del agua potable que tuvo un costo de 6 millones de soles. Asimismo, a Aguaytía, cuyo costo de la obra fue 26 millones de soles. Ahora le toca el turno al pueblo de Boquerón. Una obra de 6 millones de soles, planificado culminarse en 210 días, al cabo de 3 años, todavía no se ha terminado. La municipalidad provincial le canceló el contrato al Consorcio Boquerón Gallo por incumplimiento. Luego contrató a una nueva empresa. También esta empresa se retiró. Y ahora se conoce que la carta fianza se perdió y no hay el dinero para hacer los trabajos que aún faltan.
Los pobladores llenos de impotencia, hacen el llamado a sus autoridades para solicitarles información, explicación y una solución inmediata. Como es costumbre, las autoridades asistirán a la reunión con su discurso de siempre, que “ellos no son los culpables”. Llevado a los tribunales, seguirán diciendo que “no son los culpables”, que “el parecer del fiscal es desatinado”. Mientras tanto, la población seguirá pagando su inocencia de creer, confiar e ilucionarse con sus autoridades y con los millones para su agua.
Sin embargo, una vez iniciado la ejecución del proyecto, poco a poco la ciudadanía se va desencantado con la información que le van haciendo llegar, "de que el proyecto inicial ha sido modificado, que el tanque elevado ya no va, que el tratamiento de las aguas residuales será sólo de modelo rústico, que la empresa supervisora está estrechamente relacionada con la empresa ejecutora, que los funcionarios de la municipalidad son amigos de la empresa ejecutora".
Se agudiza esta decepción cuando escuchan "que se requiere más presupuesto para continuar, que el expediente está muy mal elaborado o que el contrato se resuelve". Llegando al extremo de sentirse estafados y llenos de indignación con la noticia "de que la carta fianza ha sido cobrada por la empresa que no culminó o hizo mal la obra".
Eso les pasó a los ciudadanos de Curimaná con su obra del agua potable que tuvo un costo de 6 millones de soles. Asimismo, a Aguaytía, cuyo costo de la obra fue 26 millones de soles. Ahora le toca el turno al pueblo de Boquerón. Una obra de 6 millones de soles, planificado culminarse en 210 días, al cabo de 3 años, todavía no se ha terminado. La municipalidad provincial le canceló el contrato al Consorcio Boquerón Gallo por incumplimiento. Luego contrató a una nueva empresa. También esta empresa se retiró. Y ahora se conoce que la carta fianza se perdió y no hay el dinero para hacer los trabajos que aún faltan.
Los pobladores llenos de impotencia, hacen el llamado a sus autoridades para solicitarles información, explicación y una solución inmediata. Como es costumbre, las autoridades asistirán a la reunión con su discurso de siempre, que “ellos no son los culpables”. Llevado a los tribunales, seguirán diciendo que “no son los culpables”, que “el parecer del fiscal es desatinado”. Mientras tanto, la población seguirá pagando su inocencia de creer, confiar e ilucionarse con sus autoridades y con los millones para su agua.
Escribe: Prof. Bilsán Salazar Uzuriaga

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