Es lamentable tener que comunicar el fallecimiento de Orvil Mata Alvear, asesor permanente y ad honorem de los agrococaleros de Padre Abad. El deceso se produjo hoy al promediar las 5 pm, en el hospital de Pucallpa luego de permanecer por más de un mes tratando de recuperarse de su mal estado de salud.
Aún
se desconoce el mal que exacto que le aquejaba; sin embargo, José Arevalo Upiachihua,
dirigente acrococalero, dio a conocer que padecía de hemorroides, y en los últimos
días, estuvo muy afectado con la depresión por
un conjunto de hechos sucedidos en su trabajo.
Estuvo
comprometido con el Plan Huipoca, es más, se sabe que era el inventor de todo
ese proyecto; pero que en el trayecto
llegaron a malos entendidos con respecto
a remuneración y asignación de roles con los contratistas, autoridades y
dirigentes del gremio cocalero. Eso también habría afectado a su salud.
Lo
peor de todo es que, a raíz de esas incomprensiones, la señora Jénica Marquina,
su pareja sentimental, se pronunció por los medios contra todo apoyo y
presencia de dirigentes cerca de Orvil
Mata, el cual causó mucha extrañeza.
Orvil
Mata antes de optar por una vida entregado totalmente a las causas sociales y al agro,
según él mismo manifestaba siempre, estaba al servicio más de la patronal como
extensionista pero también pensando en la gente del campo, donde recibía todos los buenos tratos. “He sido un burócrata más”,
decía en sus conversaciones. Pero en los
últimos años de su vida se dio entero al pueblo sin esperar algo a cambio,
sobre todo, al gremio cocalero.
Los
amigos más cercanos expresan su gran tristeza y dolor. Afirman que es una gran pérdida
para la clase obrera y agraria. No habrá uno con tanta experiencia en este
campo, que con argumento sólido, y basado en el contexto, sustente el punto de
vista del pueblo, indican.
Los
socios agrococaleros tienen previsto hacer lo posible para trasladar su cuerpo
a la ciudad de Aguaytía para hacerle su
despedida final y darle cristiana sepultura. No obstante, también no se
descarta la presencia de sus hermanos de la capital quienes también reclamarían
su cuerpo.
Escribe: Prof. Bilsán Salazar Uzuriaga
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