Una producción escrita nunca está
completamente terminada, ni siquiera el mismo nobel de la literatura nos puede
garantizar eso. Siempre habrá algo qué
enmendar. Si somos principiantes ya nos imaginamos la cantidad de observaciones
y correcciones que tenemos que hacer a nuestros textos. Por lo tanto, una vez
concluido, antes de hacer la publicación, en cualquier soporte, primero hay que
revisar y corregir, no solo la
gramática, sino el mismo sentido de las ideas.
Es necesario considerar también a
la lectura constante como una actividad que nos fortalecerá y habilitará para
pulirnos en este trabajo. Ahí nos daremos cuenta de la forma cómo se organizan
las oraciones, la corrección, la concordancia, entre otros. Sobre todo estaremos
captando información que enriquecerá a nuestras mentes.
La tecnología nos ayuda mucho.
Word, por ejemplo, nos ayuda a corregir nuestra ortografía. Nos va señalando con
rojo si es que la palabra está mal escrita. Entonces, le damos clic derecho con el mouse en
la palabra señalada y seleccionamos la palabra correcta. El servidor de Facebook,
también está aliado con la corrección de la comunicación escrita. Como te habrás dado cuenta, ahora nos aparecen
los puntos rojos debajo de la palabra mal escrita y también nos da las opciones
para hacer la corrección. Aunque es necesario aclarar que las palabras propias
de nuestra localidad y región también serán marcados, en ese caso es deber de
nosotros discriminar la forma adecuada de escribir esas palabras.
Por lo expuesto, ya no hay
pretexto para quedarnos postergados en nuestra comunicación escrita, tampoco se debe
tolerar el saludo a los contactos de Facebook u otras redes, así: “ola”, cuando se debe escribir con hache.
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