Dejó
esta creciente, la más fuerte del año: un desaparecido, pérdida de maquinarias, casas y chacras inundadas.
El
hombre operador de la Oruga excavadora de la empresa ICCGSA, retornaba a su
campamento del otro lado del río. Ya en
medio del río, al verse impedido de avanzar por la creciente, para salvar su
vida, levantó la palana, se trepó en ella pensando que las aguas no llegarían
hasta ahí; sin embargo, el poder y la fuerza de las aguas, que arrastraba
piedras y palizada, empezó mover a la máquina. Los gritos desesperados de
auxilio del pobre hombre no se hizo esperar y ante la mirada
atónita de sus compañeros que se encontraban al otro extremo, impotentes para socórrelo, se volteó la máquina. Cayó el hombre
en las turbulentas aguas del río HIDAYACU. Sus gritos se apagaron y desapreció su cuerpo en la fría y
oscura noche de la primera creciente de
este fin de año. Es lo que narran los vecinos del lugar con respecto al hecho
ocurrido en Hidayacu, la madrugada del 25 de octubre.
En
la zona de Chancadora los trabajadores
recuperaban terreno invadido por el río para proteger a la pista. Pero
Los montículos de defensa no soportaron la puesta en prueba del bravío de
río, fue estropeada por la creciente,
dejando en claro a los ingenieros, que
se debe replantear la técnica para soportar el poderío del río
Ahí, en medio del río, en la isla, dejaron a otra
de las excavadoras, porque sufrió descarrilamiento. Llegado la creciente,
cubrió completamente a la máquina.
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