Doce
años de residencia en esta tierra de todas las sangres, Aguaytía-Padre Abad, que
hoy cumple sus 35 años de fundación política. Es una tierra fértil, revestido
de la diversidad biológica, ecológica y cultural.
Alberga
a sanmartinenses, huanuqueños,
huancaínos, pasqueños, puneños, limeños, arequipeños, etc.
Se quedaron aquí porque se bañaron en sus aguas, dice la creencia. Siendo
los netos y originarios de esta tierra prodigiosa, los hermanos cashibo
cacataibos, quienes hasta hoy se mantienen organizados, con su peculiaridad
lingüística y cultural, en las comunidades de Puerto Azul, Mariscal Cáceres, Yamino y otros.
También
llegaron otros hermanos de similar
linaje, los Shipibos. Ellos también conviven en armonía con la sociedad
actual, pero manteniendo su identidad que es una contribución invalorable a esta provincia.
Serpenteando,
sorteando montes, ríos y cascadas, atraviesa sus tierras la Carretera Federico
Basadre, que conecta a la Capital Lima y otras provincias con la capital de la
región selvática, Pucallpa, con proyección a unir Brasil y ser la gran
interoceánica.
De
igual modo, el Río Aguaytía hace lo suyo. Sus aguas cristalinas y sus playas de
confort en verano, son el deleite de la gente que sabe disfrutar de la
naturaleza. No es menos en invierno, la creciente baña sus riberas,
fertilizando las tierras como el Nilo en Egipto para la producción del plátano de primera calidad.
Así
es esta tierra de los cacataibos y de todas las sangres que avanza en el
desarrollo, conjugando el paisaje selvático natural con su arquitectura e
infraestructura de ciudad. De ellos, destaca el gran puente colgante de Aguaytía de más
500 metros de longitud.
No
es para menos, dedicarle algunas líneas en un año más de su existencia política
a esta tierra que me acogió con mucha consideración.
Escribe:
Prof. Bilsán Salazar Uzuriaga

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