En una de mis clases, antes de hablar sobre el tema de vocación, a mis alumnos del primer año de secundaria, les solicité que cada uno me indicara la carrera que estudiará. Todos dijeron de su preferencia: ciencias políticas, medicina, ingeniería, Etc.; pero ninguno me mencionó la carrera de educación (maestro). Seguro que muchos de mis compañeros profesores habrán tenido la misma respuesta de sus estudiantes a una pregunta similar.
Con
la intención de ahondar el asunto, solicité que me indicaran por qué no había
nadie que se interesaba en la carrera de educación. Los estudiantes casi al
unísono me respondieron por los bajos
sueldos y por la gran carga que significa la profesión. Lo estudiantes no dejan tener razón.
Los
gobiernos de turno han modificado las leyes tratando de revalorar a la carrera, el cual sigue el esquema estímulo
salarial a efecto de meritocracia. Con esa idea se pretendía captar a los
mejores para la carrera, subiendo los puntajes mínimos de 10.5 a 14 para
iniciar a estudiar para maestro. Este experimento no funcionó, no hubo
interesados y los jóvenes no les creyeron; por lo tanto, el gobierno no tuvo
otra opción que retornar al 10.5 para iniciar a estudiar la carrera docente.
Además
de eso, las malas experiencias vividas en los últimos años los docentes con los
gobiernos han llevado a ahuyentar a los jóvenes para interesarse en esta
importante profesión. Las consecuencias son más desventajosas, porque como no
hay docentes de profesión, se está retornando a los otros años, contratar a
personal de cualquier carrera para ejercer pedagogía. Eso ya sabemos a dónde
nos lleva. Muchos otros profesionales de educación no quieren ejercer porque no ven recompensado su trabajo.
Está
bien que se piense en meritocracia, ascensos y pedir rendimientos mínimos para
esta carrera, pero eso no debe ser motivo para mantener a los cientos de
maestros del país en la miseria y el olvido. Se tiene que pensar en la
revaloración real de la carrera y de
manera universal. Considerando que esta profesión y los maestros del Perú son
el fruto de nuestra misma educación peruana, de las universidades, institutos,
de las políticas educativas y de las
políticas del estado, sin dejar de lado la responsabilidad del propio maestro,
obviamente.
Si
el estado va continuar con sus desaciertos plasmados en la Ley de la RM,
aumentar sueldos y pagar mejor solo a los pocos (poquísimos), tendremos a la
mayoría de los maestros con rendimientos mínimos y más preocupados cómo
sustentar sus necesidades básicas que comprarse un libro, llevar cursos en
línea o estudiar un grado más.
Entonces,
sabiendo de antemano que el docente es el factor principal para la mejora de
los aprendizajes, será indispensable en el gobierno actual apueste por todos
los maestros asegurándoles lo básico.
Hasta
el momento solo han sido ofrecimientos. Todos
los maestros del Perú esperaban un aliciente en el mes de julio, ahora se les
da una nueva esperanza. Que no sea vana
ilusión. Sobre todo, se requiere dar muestras reales de que estamos en
el cambio educativo y eso debe reflejarse en nuestros jóvenes. Se notará cuando
tengan ellos buenas expectativas en esta carrera, eso aún no ha pasado.
Escribe:
Prof. Bilsán Salazar Uzuriaga
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