No siendo especialista en materia agraria me atrevo a opinar relacionado a este campo, apelando a los resultados de los especialistas, a la sensatez y a la lógica, con respecto a lo que se viene haciendo en la provincia de Padre Abad mediante el cultivo prioritario de la palma aceitera y dejando de lado a otros productos, los cuales van en contra del equilibrio ecológico.
En los terrenos a los extremos de la Carretera Federico Basadre, que corresponde al tramo Km 86 a Campos Verdes, ya no se puede observar otros productos, más que la palma aceitera.
La prensa informa cada día el crecimiento del número de hectáreas de cultivo de la Palma aceitera. Muchos agricultores, viendo las oportunidades de apoyo por parte de ONGs y del estado, se han decidido talar los árboles en grandes extensiones de tierras para ahí plantar la prodigiosa palma. No suficiente con ello, ahora hay empresas derribando a más árboles a diestra y siniestra para sembrar este producto.
Pero esta pasión por el cultivo de la palma, tiene sus efectos colaterales según estudios. Cultivar en grandes extensiones de tierras plantas de una sola especie se llama monocultivo, el cual es negativo para la ecología.
Aunque en nuestra provincia, esta realidad aún no se manifiesta a escalas exageradas, el ritmo de las plantaciones actuales apunta a convertirnos en ello.
No existen los mismos esfuerzos por cultivar los otros productos como el café, el plátano, el cacao o la yuca como por la palma aceitera.
Lo peor del asunto es que, quienes los promueven, no son gente común, sino la misma gente entendida, pagada y formada en las universidades de nuestro país, quienes, se supone, deben encausar la mirada también por los otras especies para mantener el orden.
Orientar a nuestra agricultura por esta vía; es peor aun que tratar de eliminar a la coca, porque una vez que nos extralimitemos en cubrir a nuestras tierras con la especie de la palma, nos habremos convertido en un lugar monótono, árido, y sin las especies vegetales ni animales que aún nos acompañan, debido a que la base de todo ecosistema es la diversidad y una práctica como el monocultivo no hace más que quebrantar este principio.
Si hay menos diversidad vegetal, también disminuye la diversidad animal. Los insectos y animales que antes se alimentaban de otras especies vegetales ahora desaparecen y por ende también sus depredadores. Así, se propagan las plagas que afectan al monocultivo, se rocían pesticidas para su control, se contamina el aire, la tierra, el agua, suma y sigue, todo está conectado.
El desequilibrio medioambiental que significa el monocultivo (además de su innegable y negativo impacto visual en el paisaje) tiene que ver con la alteración que provocamos al pasar de una lógica diversa, rica, circular, autosuficiente y sustentable del ecosistema hacia una homogénea, pobre, recta, artificialmente asistida e insostenible.
Apostemos también por los otros productos. Ahí está el plátano, el cacao, el café, el arroz, maíz, etc. Las prácticas agrícolas manteniendo la diversidad es la acción más inteligente que habremos asimilado como lección de la misma madre naturaleza; mientras hacer lo contrario, será la profanación más vil en contra de ella.
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